El hiperrealismo es una tendencia radical de la pintura realista surgida en Estados Unidos a finales de los años 60 del siglo XX que propone reproducir la realidad con más fidelidad y objetividad que la fotografía. A veces se confunde con el fotorrealismo que es menos radical.
El término hiperrealismo es también aplicable a la escultura y la historieta (Luis García, Alex Ross, etc).
Historia
El hiperrealismo tiene un origen en la tradición pictórica estadounidense, favorable a la literalidad del trampantojo, como muestran los cuadros de finales del siglo XIX de William Harnett o John Haberle. Los artistas hiperrealistas tratan de buscar, con el más radical de los verismos, una transcripción de la realidad usando los medios técnicos y fotográficos de la manipulación de las imágenes. Consiguen con la pintura al óleo o la escultura, el mismo detallismo y encuadre que ofrece la fotografía.
En la década de los 1920, los pintores del precisionismo ya trabajaron con la ayuda de fotografías fielmente reproducidas (como en el caso de Charles Sheeler, pintor y fotógrafo a la vez). Pero es innegable que el arte pop sigue siendo el precursor inmediato del hiperrealismo, pues toma la iconografía de lo cotidiano, se mantiene fiel a la distancia de su enfoque y produce las mismas imágenes neutras y estáticas.
Los fotorrealistas nunca se constituyeron en grupo, pero sí hicieron exposiciones que los presentaron como un estilo: La Imagen fotográfica y 22 Realistas, ambas en Nueva York, a mediados de los años sesenta. En esa época la abstracción era la tendencia dominante y el realismo estaba mal visto; se consideraba un arte que copiaba de fotografías o de la realidad y sin ningún interés. Sin embargo, artistas como Chuck Close, Malcolm Morley o Richard Estes, desarrollaron técnicas totalmente nuevas de representación de la realidad, consiguiendo resultados a veces asombrosos.
Chuck Close utiliza la fotografía como medio para hacer sus retratos, que se apartan totalmente del retrato tradicional y se acercan más hacia el cartelístico y sugestivo principio cinematográfico del primer plano en superpantalla, hacia la no-distancia de la técnica de la instantáneas y hacia el gesto objetivador de las fotografías clínicas y policiales. En su obra trata problemas como la percepción del espectador y la focalidad. Close no parte de la realidad sino que la aborda indirectamente a través de la fotografía que proyecta sobre el lienzo.
Como todos los fotorrealistas, no hay huellas de pinceladas y el artista parece estar ausente; los cuadros se cubren con una fina capa de pintura, aplicada con pistola y pincel, siendo raspada si es necesario, con una cuchilla para que no quede ningún relieve, ninguna materia.
Richard Estes, conocido por sus cuadros de escaparates y escenas urbanas, utiliza varias diapositivas del mismo objeto, de modo que en sus cuadros se ve no sólo el escaparate sino también lo que hay dentro de la tienda y lo que se refleja en el cristal. Sus lugares públicos están desiertos, en un modo de abstraer la funcionalidad de lo representado que es típica del fotorrealismo.
Don Eddy pinta coches y David Parrish motos. El francés Jean Olivier Hucleux pinta cementerios de personas y cementerios de coches, en un realismo que es una repetición de la realidad. Ed Ruscha, a caballo entre el arte pop y el fotorrealismo, pinta gasolineras, cuadros de palabras y hace libros de fotografías.
Otras características del fotorrealismo son la exactitud en los detalles, contrastada con la irrealidad del efecto espacial y la capacidad de convertir en temas pictóricos los detalles visuales de la realidad. Estos pintores ejercen un alto grado de conceptualismo al plasmar la diferencia entre el objeto real y su imagen pintada: lo real, trasladado al lienzo mediante la cámara fotográfica, fotografiado mediante recursos pictóricos. Al utilizar la fotografía en el proceso de la realidad al cuadro, lo real queda roto y manipulado dos veces, en el cuadro y en la fotografía, de ahí el aspecto de irrealidad que diferencia el fotorrealismo del realismo tradicional.
Otros artistas estadounidenses de esta tendencia son Robert Cottingham, John Kacere, Paúl Staiger, Robert Bechtle, Richard McLean y Malcolm Morley, John de Andrea.
Algunos artistas que, sin ser específicamente fotorrealistas, han utilizado la fotografía como medio de expresar la realidad son el francés Christian Boltanski, quien utiliza fotos de álbumes familiares de otras personas que según sus propias palabras, serían, tras haber fallecido, la prueba de su existencia; el alemán Gerhard Richter, que emplea fotografías desde 1962 de forma continuada, aunque su trabajo ha explorado prácticamente todos los posibles terrenos de la pintura y no es por tanto un fotorrealista puro como los anteriores. El americano Richard Artschwager lleva fotografías de interiores a una superficie de celotex con un granulado fino al que aplica un ligera mano de pintura blanca y negra.
Con respecto a la escultura hiperrealista americana hay que destacar a Duane Hanson, que reproduce a tamaño natural personajes sacados de las clases trabajadoras, y a Segal que emplea la misma técnica que Hanson: vaciado de yeso de los modelos, relleno de los moldes con fibra de vidrio y poliéster, ensamblaje de las partes y pintado en color carne; la pieza se termina vistiéndola con ropas usadas. John de Andrea esculpe desnudos de un hiperrealismo tan acusado que parecen personas reales, al igual que Nancy Graves hace con sus esculturas de camellos.
En el caso español, algunas de las figuras más relevantes del hiperrealismo serían los pintores Antonio López o Eduardo Naranjo.
En el mercado del arte actual, la figura consolidada por más de 50 años de trayectoria es sin duda el chileno Claudio Bravo, el cual mediante sus bodegones, dibujos, y especialmente su serie de pinturas de telas, paquetes y papeles ha logrado reinventar el hiperrealismo, dándole una condición casi metafísica.